jueves, 30 de enero de 2014

Yo, Frankenstein

Año: 2014.
Género: Acción - Ciencia Ficción - Fantasía.
País: Estados Unidos.
Duración:92 minutos.
Dirección:Stuart Beattie.
Intérpretes:Aaron Eckhart, Yvonne Strahovski, Miranda Otto, Bill Nighy, Jay Courtney, Kevin Grievoux.

"200 años después de su asombrosa creación, el monstruo del Dr. Frankenstein, Adam, aún camina por la Tierra. Cuando se encuentra en medio de una guerra por el destino de la humanidad, Adam descubre que él es la clave que puede destruir la raza humana."

 Casi una semana después de ver I, Frankestein en cines, todavía no puedo sacarme de la boca el gusto amargo en el paladar que me dejó una de las películas de ciencia ficción más estúpidas del año - y eso que recién vamos un mes - quizás hasta de los últimos diez años. Es increíble que a esta altura del partido, proyectos como la película en cuestión consiga financiación, cuando es una clara copia a carbón de la festejada Underworld en 2003.

 La matemática de tal esperpento - y no hablo del antihéroe que le da nombre al film, sino de la película en sí - es cambiar una protagonista femenina fuerte y exhuberante como Kate Beckinsale por un fornido Aaron Eckhart - inexplicable su presencia en pantalla en esta asquerosidad - cambiar la guerra de vampiros contra licántropos por una más celestial y religiosa como Gárgolas versus demonios, y ya casi estamos listos. El esquema es repetir misma fotografía,  oscura pero nada sustancial, un par de efectos especiales que luzcan bien en pantalla - spoiler alert: lucen horribles - y una trama tan fina como una telaraña, e igualmente peligrosa. Peligrosa para el espectador mosca, que quede obnubilado por los efectos de ascención y descenso de gárgolas y demonios al morir, pero no para el espectador atento, que logrará discernir el tufo apestoso de la propuesta. Un tufo de algo que parece muerto hace años, rancio, cual muerto vivo.

 El guión de Kevin Grevioux y el director Stuart Beattie es miserablemente pobre, sacado del Manual del Guionista Básico, apenas sólido para sobrellevar una mísera hora y media sin aburrir en demasía. El elenco hace lo que puede de este bote fílmico en pleno descenso al fondo oceánico, con reconocidos actores que se verían apretados económicamente al firmar contrato para el bodrio. Miranda Otto apenas puede mantener una mirada solemne al verbalizar la frase Soy la Reina Gárgola, Yvonne Strahovski es la damisela en peligro de siempre, y hasta la siempre agradable presencia de Bill Nighy es un calco impresentable del mismo villano que supo interpretar en Underworld.

I, Frankestein pretende tomar al espectador por imbécil y que acuda a ver algo que ya vieron hace diez años en cines. Incluso si esa maniobra le hubiese funcionado, el resultado en pantalla es estrepitosamente malo, con efectos horribles y un uso del 3D abismal. Ver I, Frankestein es un trámite, pero al menos su visionado viene y se va, tan rápido como sacarse una curita.

 Calificación: D+

Ajuste de Cuentas (Grudge Match)

  También conocida como 'La gran revancha'

Año: 2013.
Género: Comedia - Deporte.
País: Estados Unidos.
Duración: 113 minutos.
Dirección: Peter Segal.
Intérpretes: Sylvester Stallone, Robert De Niro, Kevin Hart, Alan Arkin, Kim Basinger, Jon Bernthal.


"Treinta años después de su última pelea, dos boxeadores rivales se dejan persuadir para postergar su jubilación y volver a enfrentarse en un nuevo combate."

En 1977, Rocky fue nominada a 10 premios Oscar, incluídos Mejor Actor y Mejor Película, ganando este último galardón, mejor Director y Edición. En 1981, Raging Bull fue nominada a 8 premios Oscar, haciéndose con dos preciadas estatuillas doradas a Mejor Actor y Mejor Edición. No es un detalle menor mencionar las proezas de las películas de boxeo de Sylvester Stallone y Robert De Niro, ya que treinta años después de su momento consagratorio en dicho deporte llega esta comedia que, de un plumazo, acaba con el recuerdo nostálgico de estas dos grandes estrellas ficticias del deporte y las deja con un pie dentro del geriátrico.

 Grudge Match es una comedia que apunta directamente al corazón nostálgico y falla miserablemente al juntar en la misma película a dos grandes actores en el ocaso de su carrera y les entrega un guión a medio cocinar, con una catarata de chistes que atrasan veinte años. Desde la premisa de una rivalidad - bien explicada en un pequeño recap al comienzo - entre dos leyendas del boxeo en Pittsburgh, todo va cuesta abajo. El guión de Tim Kelleher y Rodney Rothman tiene pequeñas bromas inofensivas, algunas de ellas funcionan pero se ven aplastadas por muchas otras más. La situación económica y social de Henry Razor Sharp y Billy The Kid McDonnen está bien apuntada a la inevitable pelea que ocurre en el tramo final del film, pero las dos horas de metraje resultan aplastantes, con poco carisma y apenas sobrellevadas por la dupla protagonista.

 Stallone y De Niro hacen lo que pueden para sostener esta película que debería servir para reírnos con ellos, pero en verdad es para reírnos de ellos. Sobrevivir a Grudge Match es lo mismo que ver a dos viejos reumáticos tirados en un lodazal, agarrándose el uno al otro y gritándose por viejas rencillas. Los secundarios apenas ayudan, como la benevolente presencia de Alan Arkin como un viejo quejoso que tiene buenos momentos, pero el resto está pintado al óleo, como la belleza mal utilizada de Kim Basinger, o el obtuso estereotipo afroamericano de Kevin Hart, que se dedica a corporizar sus parlamentos con la mayor rapidez posible, llenando esa casilla del personaje negro que atrasa muchísimos años.

 Antes de sentarse a disfrutar de Grudge Match como vehículo a la nostalgia, es preferible hacer un evento back to back con Rocky y Raging Bull, así al menos el recuerdo de ambas estrellas sigue intacto, y no se reduce a este fallido proyecto, que sería como mirar a través de la ventana de un geriátrico para ver una última disputa fugaz entre dos pilares del boxeo.

 Calificación: C-

miércoles, 29 de enero de 2014

El sueño de Walt (Saving Mr. Banks)

  También conocida como 'El sueño de Walt Disney' y 'Al encuentro de Mr. Banks'

Año: 2013.
Género: Comedia - Drama - Biografía.
País: Estados Unidos - Reino Unido - Australia.
Duración: 125 minutos.
Dirección: John Lee Hancock.
Intérpretes: Emma Thompson, Tom Hanks, Paul Giamatti, Colin Farrell, Jason Schwartzman, B.J. Novak, Bradley Whitford, Ruth Wilson, Rachel Griffiths.

"Cuando las hijas de Walt Disney le suplicaron que realizara la película de su libro favorito, Mary Poppins, él no dudó en prometerles que lo haría. Lo que nunca imaginó, es que le tomaría 20 años cumplirlo..."

La idea detrás de Saving Mr. Banks roza la blasfemia. Contar el detrás de bambalinas de uno de los productos más adorables y recordados de la factoría Disney era, como mínimo, peligroso, ya que cualquier paso en falso afectaría directamente al buen sabor de boca que le deja a uno ver Mary Poppins, entonando una vez más canciones como Supercalifragilísticoespialidoso o cualquiera que sea la favorita del espectador. El director detrás de tamaña osadía no es otro que John Lee Hancock, quien hace años recibió un impensado empujón en los Oscars con su lacrimógena - y, por demás, taquillera - The Blind Side. Los problemáticos arreglos que se llevaron a cabo entre Walt Disney y P.L. Travers, la creadora del personaje, fue un tire y afloje épico, en el cual la autora adoptó una postura férrea y casi desmorona el proyecto al completo. En esta versión ficcionalizada, el factor emotivo juega un papel casi tan importante como el nostálgico, donde ambas facetas se entrecruzan para dar paso a un film de factura impecable y con excelentes actores al frente.

 Debo confesar un pecado: nunca vi Mary Poppins apropiadamente. He captado grandes fragmentos aquí y allá, pero su naturaleza musical me generaba siempre un rechazo bastante grande - como casi cualquier musical, dicho sea de paso - que no me permite todavía darle el vistazo que se merece. La exploración, el making of del icónico personaje de Disney no se me antojaba nostálgico. Aunque el efecto esta ahí, presente, y si al menos no se tiene la suficiente edad para apreciarlo, el endulzamiento de la historia de Travers - motivo por el cual Hancock debe estar rebosante de felicidad - funciona casi a la perfección. Si algo no está roto, ¿para que arreglarlo,no?

 P.L. Travers era una persona triste y muy cínica para con la vida. Saving Mr. Banks nos da un vistazo a lo que fue de la vida de la autora de pequeña, con un padre al que idolatraba pero que poco a poco se fue sumiendo en el alcohol, arrastrando a la familia a una vida de miseria. La historia de Mary Poppins no es más que un reflejo solapado de esa infancia, en donde la imaginación era una vía de escape de una vida tortuosa y atolondrada y, sobre todo, una manera de P.L. de recordar a su padre, su razón de vivir. Por eso, cuando el magnate Walt Disney le acerca la idea de adaptar su creación a la pantalla grande, el rechazo es una y otra vez la misma respuesta.

 Mary Poppins no es un cuento colorido y alegre, no es una máquina de flores y pingüinos bailarines. La institutriz no vino para enseñarles a los niños de la casa a ser ordenados, sino que su misión es otra. Y P.L. Travers no puede aceptar algo así. Una coraza muy fuerte y acética envuelve a la escritora, y dentro de esa coraza es que nos encontramos a Emma Thompson, una excelente actriz, consagradísima, que tiene la oportunidad de dar una clase maestra de actuación al encontrarse con las conflictivas emociones de su personaje, que va exteriorizando sus demonios internos a medida que trascurre la trama. No se esperaba nada menos de Emma, pero la bravura de su interpretación es la columna vertebral de Saving Mr. Banks. Su contraparte ácida y melancólica la genera Tom Hanks, más afable que nunca en su personificación del señor Disney, la persona que hizo felices a millones de chicos a lo largo del planeta. La dulzura de Disney en manos de Hanks es desarmadora, y el contraste entre su personaje y el de Thompson es brillante, como mínimo.

 El guión de Kelly Marcel y Sue Smith se arrima demasiado a la tragedia y al golpe ocasional al estómago con ciertas secuencias, quizás aumentadas en dramatismo para un efecto aún mayor. Esas escenas, bastante oscuras por cierto, son tomadas con una pincelada bastante grande de optimismo, bastante chocante por cierto. Dichas escenas no cuadran completamente con el tono de la historia, pero si de verdad ocurrieron, merecen estar presentes para darle más dimensionalidad a las emociones de la protagonista, aunque no terminen de funcionar en el encuadre general. Imposible olvidarse de Colin Farrell en dichos flashbacks o remembranzas como el padre de la pequeña, en una de sus intervenciones más recordadas de su reciente carrera.
Saving Mr. Banks funciona perfectamente para aquellos que quieren revivir una vez más a Mary Poppins desde otra óptica, y también para aquellos que busquen pura emoción y un sentimiento de felicidad al terminar la película. Encuentro a este neuvo trabajo de John Lee Hancock bastante gratificante, y no tan obvio como otras feel good movies del momento, amén de un par de pasos adelante de su anterior festival lacrimógeno. Thompson y Hanks, los motivos por los cuales entrar corriendo a la sala de cine.

 Calificación: B

martes, 21 de enero de 2014

Ladrona de libros (The Book Thief)

Año: 2013.
Género: Drama
País: Estados Unidos - Alemania.
Duración: 131 minutos.
Dirección: Brian Percival
Intérpretes: Sophie Nélisse, Jeoffrey Rush, Emily Watson, Ben Schnetzer, Nico Liersch, Barbara Auer, Rainer Bock, Roger Allam.


"Una joven que vive en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, encuentra consuelo en los libros que roba y comparte con otros. Debajo de las escaleras de su casa, un refugio para judíos es creado por sus padres adoptivos."

 La Segunda Guerra Mundial es un hecho histórico que nadie debería olvidar, nunca, por los atroces crímenes humanitarios que se cometieron. Pero, al igual que la Dictadura sufrida en nuestro país, parece que los productores del primer mundo parecen tan carentes de ideas que revuelven la herida a duras penas cicatrizadas una y otra vez, en pos de tocar las fibras más íntimas del espectador y generar un efecto lacrimógeno severo que apunte, sin lugar a dudas, a la temporada de premios.

En el cine, es imposible intentar siquiera superar el clásico La Lista de Schindler, y en literatura, no hay escuela secundaria en donde no se haga leer a los jóvenes El Diario de Anna Frank. Entremedio, muchas obras fílmicas y literarias han regurgitado una y otra vez la misma historia, con resultados dispares pero, oh casualidad, siempre volvemos a lo mismo. Es como el cuento de la buena pipa, la historia de nunca acabar. Ladrona de libros llega tarde, tardísimo, al tren de las historias nazis. Basada en el best-seller de Markus Zusak, la adaptación cinematográfica es una agradable historia, con una trama trillada y llena de clichés a rabiar, pero con un elenco que te hace olvidar que todo lo visto en pantalla es un completo déjá vu.

 Siguiendo el formato de la novela, Ladrona de libros comienza con la voz en off de la mismísima Muerte, quien a lo largo del film irá llenando los huecos narrativos correspondientes, en un recurso extraño y que nunca termina de funcionar, ya que sus apariciones son esporádicas cuando- presumo - en el libro es el narrador omnisciente. La Muerte - en la voz del inglés Roger Allam - nos introduce a la vida de la pequeña Liesel a principios del 1938, en una incipiente Alemania nazi. Abandonada a su suerte por su madre luego de la muerte de su hermano pequeño, Liesel será acobijada en la casa de dos nobles trabajadores.

Las restantes dos horas siguen a la pequeña huérfana en un intento por continuar con una vida normal, mientras a su alrededor el mundo cambia radicalmente.  Cuando un film de época está bien construído, que su duración no se siente mientras que el trayecto sea entretenido. Por eso, la capacidad de síntesis del director Brian Percival queda en evidente escasez en una historia donde la cotideaneidad de vivir en una Alemania en pie de guerra se torna aburrida cuando, a esta altura, debería contar con un giro narrativo fresco para que la propuesta no sea una más.

 La película tiene buenos momentos, cálidos algunos, interesantes otros, aburridos unos cuantos, como si todas las pequeñas tramas de las novelas fuesen condensadas y puestas en pantalla, para que nada se pierda, pero lo que se pierde poco a poco es la paciencia del espectador. Por supuesto, el efecto lacrimógeno se siente en cada fotograma, y el golpe emotivo se va construyendo poco a poco. No estamos frente al saco de lágrimas que fue El niño con el pijama a rayas, sus intenciones no son tan obvias, pero que están ahí, solapadas, no hay duda alguna.

La construcción del adulto Hans de Jeoffrey Rush tiene notas similares al enorme papel de Roberto Benigni en La vida es bella - ¿ven? Otra película con temática nacista - pero se agradece tener un talentoso actor apuntalando una trama que parece se va a desbarrancar en cualquier segundo. Rush y la estimada ayuda de Emily Watson como la matriarca Rosa, de exterior agresivo pero corazón de oro, solidifican el trabajo de Sophie Nélisse, quien ya robó suspiros de amor en la excelente Monsieur Lazhar. Ellos tres sacan adelante un film destinado al fracaso, y lo convierten en algo moderadamente soportable.

El balance una vez finalizada Ladrona de libros es mínimamente positivo. Sus intenciones son evidentes, pero su historia es más que agradable y se deja ver, siempre y cuando no se espere una obra maestra. Su protagonista, además, puede sostener una película por otras 2 horas más y tiene visos de convertirse en una gran estrella en un futuro cercano.

Calificación: B-

lunes, 20 de enero de 2014

Escándalo Americano (American Hustle)

 También conocida como 'La gran estafa americana' ó 'American Bluff'

Año: 2013.
Género: Comedia - Drama.
País: Estados Unidos.
Duración:  138 minutos.
Dirección:  David O. Russell.
Intérpretes: Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams, Jeremy Renner, Jennifer Lawrence, Louis C.K., Jack Huston, Michael Peña, Shea Whigham, Alessandro Nivola, Elisabeth Rohm.


"Ambientada durante uno de los escándalos que sacudió a los Estados Unidos, cuenta la historia del brillante estafador Irving Rosenfeld quien junto a su socia y amante Sydney Prosser es obligado a trabajar para un trastornado agente del FBI. DiMaso los empuja hacia el universo de los operadores de bolsa de alto poder y de la mafia, tan peligroso como fascinante. Mientras, la impredecible esposa de Irving, podría ser la que tire de la cuerda para que el mundo entero se caiga a pedazos."

 Es verdaderamente una pena que American Hustle llegue a las salas luego de la explosiva El Lobo de Wolf Street, ya que ambas tienen como basamento principal la codicia humana y la ambición por cumplir el mentado sueño americano. La nueva película del asombroso David O. Russell, uno de los directores más aclamados por la crítica en estos últimos, no tiene la potencia furiosa del film de Scorsese sino mas bien juega dentro de las líneas sutiles de la comedia y la estafa, en una habilidosa narración que no es inventiva pero se refuerza con un elenco totalmente avasallante.

 La historia de American Hustle quizás es lo que menos haga ruido en las semanas venideras, basada ligeramente en un hecho real en donde el FBI se unió a un estafador de relativamente poca monta para atrapar a políticos fraudulentos aceptando sobornos. Dentro de este marco, el protagonista es Irving Rosenfeld - un  genial Christian Bale luciendo nuevamente su compromiso físico para con el personaje - quien a través de una vida dura irá aprendiendo el oficio de engañar para sobrevivir. En su camino se cruza Sydney, una mujer que le cambia por completo y lo llevará hacia límites insospechados. Como apuntaba antes, el estilo de comedia buscado por Russell es mas puntilloso y titilante que el de Scorsese en su orgía por Wall Street. A través de personajes narrando las acciones o de situaciones incómodas hilarantes, American Hustle va tejiendo su cuento moral en una comedia inteligente, quizás demasiado para su propio bien. Para estar prevenidos, si quieren entrar a ver una nueva Wolf, saldrán decepcionados, pero más allá de la trama, lo que pesan aquí es el elenco.

 En un nivel entre lo realista, lo grotesco y lo paródico, las actuaciones desbocadas de Christian Bale y el coqueto y ambicioso agente del FBI Richie DiMaso de Bradley Cooper - con dejos todavía de su papel en Silver Linings Playbook - son puntos álgidos y muy refrescantes, tienen buena química, y ambos buscan superarse el uno al otro. Más que los hombres, son las mujeres las que se llevan la gloria actoral. Amy Adams se encuentra fantástica interpretando a Sydney, la compañera de Bale que comparte sus ansias de sobrevivir a cualquier precio. Ya sea con un exquisito acento inglés o sin él, Amy nunca tuvo un papel más lleno de aristas y dimensiones, ni tampoco estuvo tan inspirada en un papel que además le permite lucir atuendos imponentes y lujuriosos, con escotes desorbitantes que le hacen honor a su exhuberante cuerpo. La no tan inesperada sorpresa es el papel secundario que recae en Jennifer Lawrence, la nueva chica mimada por la crítica y el público, quien le cierra la boca a más de un escéptico con su arrolladora Rosalyn. Como la esposa trofeo insegura y volátil, Jennifer demuestra todo el potencial actoral que a su corta edad ya la ha llenado de premios, en escenas que simplemente quitan el aliento, ya que Lawrence encierra en su actuación dos caras: puede ser terriblemente aterradora como terriblemente sexy. El elenco, en líneas generales, es estupendo, y un prodigio que le vale al director un gran aplauso por dirigir a sus personajes con mano fuerte.

 La placa al inicio explica que algunas de estas cosas pasaron de verdad, lo que le permite a Russell tomar los personajes escritos por Eric Warren Singer y revertirlos hasta un punto de no retorno, donde están a sus anchas en los alocados años '70 y sus acciones más que razonables se antojan extremas y hasta grotescas. No por nada hay escenas excelentes como el momento en la disco, o una Jennifer cantando a viva voz Live and Let Die, filmadas con intrusión por un director que sabe como conducir una historia a buen puerto. Y si bien el film es considerado una comedia, hay escenas dramáticas muy interesantes que descubren el interior de los personajes, además de una escena específica - una reunión mafiosa - captada con gran suspenso.

American Hustle es, difícilmente, una comedia para cualquier público. Su trama es interesante, pero nunca llega a cautivar, no así sus personajes, fabulosos por donde se los vea. Quizás su empuje apuntado hacia los premios quede en evidencia en muchas secuencias, pero el talento de David O. Russell no se puede desestimar, aunque su ambición sea equiparable con la de sus maravillosos y heridos protagonistas.

 Calificación: B+

miércoles, 15 de enero de 2014

El Juego de Ender

Año: 2013.
Género: Acción - Aventura - Ciencia Ficción.
País: Estados Unidos.
Duración: 114 minutos.
Dirección: Gavin Hood.
Intérpretes: Asa Butterfield, Harrison Ford, Hailee Steinfeld, Abigail Breslin, Viola Davis, Ben Kingsley, Aramis Knight, Suraj Partha, Moises Arias, Khylin Rhambo, Nonso Anozie, Conor Carroll.


"En un futuro próximo, la Tierra se ve amenazada por una raza alienígena hostil. Mientras se preparan para el próximo ataque, el Coronel Graff y las fuerzas militares internacionales llevan a cabo un duro entrenamiento a los jóvenes superdotados para encontrar al futuro Comandante de la vanguardia militar del planeta. Ender Wiggin, un chico tímido pero estratégicamente brillante, es reclutado para unirse a la elite. Al llegar a la Escuela de Batalla, Ender supera con rapidez y facilidad los desafíos y simulacros cada vez más difíciles, distinguiéndose y ganándose el respeto de sus pares. Pronto el coronel Graff lo clasifica como la próxima gran esperanza de los militares y lo promueve a la Escuela de Comando. Una vez allí, su entrenamiento lo conducirá a él y a sus compañeros soldados en una batalla épica que decidirá el futuro de la Tierra y salvará a la raza humana."

 Atrapada en desarrollo infernal desde hace dos décadas y media, la adaptación cinematográfica de la intensa novela de ciencia ficción de Orson Scott Card tuvo muchos escollos que superar antes de verse concretada, tanto desde la producción como desde el exterior, con comentarios homofóbicos del autor que armaron un revuelo irrelevante a la calidad del film. Ante semejante alboroto, que el director sea el sudafricano Gavin Hood, el mismo que aburrió con la entrega mutante X-Men Origins: Wolverine, no auguraba buenos presagios. Quizás estas bajas expectativas hayan funcionado en sentido contrario, ya que el resultado final en El Juego de Ender es una fidedigna adaptación, inteligente y diferente a cualquier saga juvenil actual.

Dentro del film, veremos a Ender, un joven talentoso reclutado para ser el próximo Comandante en al lucha contra una raza alienígena que ya visitó al planeta Tierra una vez, y que está a punto de volver a hacerlo. Poca gloria tiene el ejército mundial al reclutar a menores de edad, pero su temeridad a la hora de tomar decisiones de vida o muerte los califica como grandes sorpresas a la hora de enfrentar al enemigo. Estos novatos se verán entonces expuestos a la crueldad militar que ya todos conocemos, al engaño, a la soberbia y demás bajezas humanas, todo con tal de crear futuros líderes para defender al planeta. El libro de Scott Card es mucho más cruento e intenso para con el trato a los novatos, pero Hollywood todavía no está preparado para un despliegue de tal calibre, y es por eso que la sombra de la calificación PG-13 se cierne durante toda la película. Mirando hacia atrás una vez terminadas las dos horas que dura El Juego de Ender, puede que no se note completamente la dureza de la historia del escritor, pero las bases se encuentran presentes en pantalla.

 Es difícil integrarse completamente a la trama del film si haber leído la novela previamente, ya que muchas cuestiones narrativas están mejor explicadas a través de los diálogos internos del protagonista. Esta poca familiaridad resulta contraproducente, ya que el espectador casual notará una frialdad en la historia inadecuada. Por supuesto, los fanáticos de la novela y la saga están de parabienes: verán respetada la filosofía de la novela a rajatabla, un punto a favor del director, que esta vez crea una aventura comedida, pero no por eso menos espectacular.

  Comprar la propuesta recae en las tareas actorales de Ender, un lucido Asa Butterfield quien tiene el peso de llevar consigo el destino del próximo Comandante, y convertirse en un héroe para la Tierra, aunque tenga sentimientos encontrados y sus superiores lo traten como si fuese una herramienta, la clave para la batalla final, más que un chico de trece años. Butterfield es pura emoción, con un registro emotivo remarcable y modismos para acompañar. No está solo, ya que un equipo de actores de renombre están con él, ya sea un adusto coronel en la piel de Harrison Ford, la preocupada Mayor Anderson de una siempre bienvenida Viola Davis el misterioso Mazen Rackham del estimado Ben Kinsgley ó las jóvenes - nominadas al Oscar, nada menos - Abigail Breslin y Hailee Steinfeld, una la hermana protectora en la Tierra y la otra, una compañera en la estación espacial con la que comparte una relación de camaradería muy cercana.

El Juego de Ender no es un film de ciencia ficción accesible. No estamos frente a una Los Juegos del Hambre, sino algo en otro nivel, mucho más reflexivo y filosófico. Estamos frente a la anti-saga, un estreno de aventuras espaciales que ningún gran estudio quiso producir, pero que se agradece por haberse hecho realidad, para ver finalmente algo diferente y no tan comercial. En la industria actual, tomar un riesgo de tal calibre es para encomendar.

 Calificación: B+

viernes, 10 de enero de 2014

Ritual Sangriento (We Are What We Are) (2013)

Año: 2013.
Género: Horror - Suspenso.
País: Estados Unidos.
Duración: 105 minutos.
Dirección: Jim Mickle.
Intérpretes: Bill Sage, Ambyr Childers, Julia Garner, Kelly McGillis, Michael Parks, Wyatt Russell, Nick Damici,
Kassie DePaiva, Jack Gore.

"Los Parker siempre han cuidado de ellos mismos y por una buena razón. A puerta cerrada, el patriarca Frank gobierna a su familia con un riguroso fervor. En el marco de una fuerte tormenta, las autoridades locales comienzan a descubrir pistas que los acerquen al secreto que ellos han mantenido estrechamente durante años."

 De no ser por el explícito titulo Ritual Sangriento que recibió en nuestro país, We Are What We Are podría haber guardado la sorpresa de su trama bajo un manto de sugerencia, en ese lema intrigante y misterioso que significa su título original: Somos lo que somos.
 Surgido desde los bajofondos del indie internacional, el americano Jim Mickle viene haciéndose de un nombre, sobre todo con su historia mínima de vampiros Stake Land, película que no tuve el agrado de ver pero que cosechó buenas críticas en los festivales donde circuló. Aún sin haber visto sus dos anteriores creaciones, uno puede apreciar el porqué de su fama. Mickle es un detallista, anteponiendo una historia suntuosa y personajes dimensionales por sobre el efectismo barato del género, lo que convierte a cada uno de sus proyectos en algo digno de tener en cuenta a la hora de buscar frescura en la aridez del horror.

 Por cada momento lento y por cada minuto que la película se toma para construir a los personajes y sumergir al espectador en el desolado y húmedo paraje donde tiene lugar la acción, el resultado final de tal construcción bien lo vale. La implosión de una familia agobiada por el yugo patriarcal al que se ve sujeta desde hace años, sumado a una malsana costumbre que data desde sus ancestros, son condimentos especiales para un desarollo en espiral descendente para los integrantes de la familia Parker. Cada uno de ellos tiene su momento apropiado y su línea argumental que seguir, y todos cumplen su rol con propiedad y peso, en una solidez en conjunto abrumadora.

 Cabe destacar que las jóvenes hermanas Iris y Rose, interpretadas por una fantástica Ambyr Childers y una ascendente y suave Julia Garner respectivamente, acaparan la atención durante la mayor parte del metraje, en una lucha interna y personal que las empuja hacia diferentes lugares oscuros de su propia psique. Grandes actores las rodean en roles secundarios, como Kelly McGillis como su comprensiva vecina Marge o Michael Parks como el afable doctor del pueblo, pero secundarlas con buenos papeles complementarios ayuda a las jóvenes a pulir aún más sus contradictorios personajes.

Horror gótico americano en su más puro estado, We Are What We Are demuestra que no todo el cine de género es una fórmula gastada, y que hasta puede producir más de una sorpresa. Filmada de una manera lacónica y por demás bella, dejará más de una problemática sobre el rol de la familia y la obligación para discutir luego de terminada. Y dejar pensando al espectador nunca es malo.

 Calificación: B+


viernes, 3 de enero de 2014

Actividad Paranormal: Los Marcados

Año: 2014.
Género: Horror.
País: Estados Unidos.
Duración: 86 minutos.
Dirección: Christopher Landon.
Intérpretes: Andrew Jacobs, Jorge Diaz, Gabrielle Walsh, Richard Cabral, Carlos Pratts, Molly Ephraim.

"Después de haber sido marcado, Jesse comienza a ser perseguido por fuerzas misteriosas , mientras que su familia y amigos tratan de salvarlo."

Arrinconarse en su propia mitología de poco y nada le sirvió a la saga, ya lo demostró la insípida Paranormal Activity 4. Y, como si una pálida entrega no fuese poco, el podio que todos los Octubres le pertenecía a la franquicia se vio vacante, posiblemente tras la desesperación de los productores al no encontrar un nuevo capítulo que valga la pena, y filmarlo en tan poco tiempo. Durante un cierto tiempo, y confirmado en una pequeña secuencia post-créditos en la cuarta entrega, se quiso capitalizar con uno de los sectores demográficos que más atrapaban película a película, y eso era la religiosidad inamovible de los latinos. Christopher Landon, guionista de todas las secuelas - hasta el momento - vio la oportunidad y se lanzó de lleno a escribir y posteriormente dirigir este spin-off que está tanto o casi tan ligada a la trama general de la saga como cualquier otra secuela.

Paranormal Activity: The Marked Ones genera vientos de esperanza para una línea de horror que estaba francamente en decadencia con un sólo paso en falso - cof, PA4, cof - y lo que mejor hace es negar que dicho paso en falso ocurrió. Básicamente, Landon creo una pequeña película que se encarga de agregar más interrogantes de los que resuelve, pero a la vez se despacha con una quinta parte no-oficial tan desarticulada y agresiva que es un milagro por partida doble. Primero, porque genera caminos nuevos por recorrer dentro de la mitología, y segundo, porque no recuerdo haber pasado un buen rato con la saga desde hace tiempo, quizás con la terrorífica tercera parte.

 Desde lo técnico, se dejó de lado las cámaras estáticas para favorecer la dinámica de la cámara en mano, detalle cansador pero dentro de las reglas del juego en la franquicia, funciona. También el cambio de aires pasa de ser una pareja ó una familia acechada a un chico común y corriente de origen latino que vive en el barrio de Oxnard, a la legua lleno de latinos. Este joven, Jesse, acaba de terminar la secundaria y junto con su inseparable amigo Héctor y su interés amoroso, Marisol, investigarán la muerte de una de sus vecinas, que claramente ocultaba secretos en su departamento. La química entre los tres es fresca y, por sobre todo, divertida. Todo sobre The Marked Ones se siente fresco y renovado, desde los gadgets - una cámara GoPro, un juego Simon Dice actuando como tabla Ouija - hasta el espíritu jovial del film.

Este sentimiento de diversión acompaña a la trama en una simbiosis perfecta, y cuando empiezan a llegar los sustos, se mezclan de una manera perfecta y orgánica. La trama avanca hasta un punto en donde elementos de las tres primeras partes confluyen y generan un acto final lleno de expectativas, para culminar con una escena final tan sorprendente como confusa. Quizás ese momento, puro fan service a rabiar, haya sido una manera grandiosa de terminar la película de manera grandilocuente, pero en retrospectiva le deja el camino duro para que Paranormal Activity 5 desenmarañe esa secuencia que se convierte así en una rara y a la vez icónica imagen final para la posteridad.

De una manera inesperada, Paranormal Activity: The Marked Ones le insufla a una saga casi moribunda nuevos motivos por el cual seguir respirando. Entretetenida y escalofriante al mismo tiempo, este spin-off de spin-off no tiene nada, y no me asombraría que lo incluyan en un box set en un futuro no tan lejano. Una sorpresa del género para empezar el año de la mejor manera.

 Calificación: B

jueves, 2 de enero de 2014

Frozen: Una aventura congelada

Año: 2013.
Género: Animación - Aventura - Comedia.
País: Estados Unidos.
Duración: 102 minutos.
Dirección: Chris Buck y Jennifer Lee.
Intérpretes: (voces de) Kristen Bell, Idina Menzel, Jonathan Groff, Josh Gad, Santino Fontana, Alan Tudyk, Ciarán Hinds, Chris Williams, Edie McClurg.

"La temeraria y optimista princesa Anna se une a Kristoff en un viaje épico, y con la ayuda de un hilarante hombre de nieve llamado Olaf se verán metidos de lleno en una carrera para encontrar a Elsa, la hermana de Anna, cuyos poderes de hielo han atrapado al reino de Arendelle en un invierno eterno."

Mi temor más grande consistía en que Frozen se pareciese demasiado a Enredados, Disney copiando una fórmula que le sirvió hace unos años para seguir recaudando a puro merchandaising. Con mucha felicdad es que reporto que solo dos aspectos permanecen intactos en ambas películas: el primero, una animación de primer nivel, cuidada al cien por ciento, y la segunda, una intención de innovar en las historias de la productora como nunca antes se había notado.

 Nunca tuve el placer de leer La reina de las Nievas, relato de los hermanos Andersen en el que se basa el film, pero se a ciencia cierta que el guión de los guionistas y directores Chris Buck y Jennifer Lee distorsiona la historia original para jugar un poco más con los vínculos fraternales, el significado de la aceptación de uno mismo, al mismo tiempo de hacer historia presentando a las princesas de Disney que ya no son las típicas damiselas en peligro. Mucho se ha hablado de que Frozen es la gran vuelta de Disney hacia las ligas mayores, a su Edad de Oro cuando los musicales como La Sirenita, La Bella y la Bestia ó Tarzan, film que Buck coridigió en 1999. Siendo no tan fanático de las puestas musicales de Disney - en mi niñez no paraba de cantar, ahora parece que he perdido esa capacidad de volver a sumergirme en una historia donde los personajes cantan sus penas - debo admitir que el repertorio de temas tiene una frescura (ejem) inesperada, llena de potencia y vigor, muy concisas y con la capacidad de volverse clásicos de acá a unos cuantos años.

Mucho del poderío musical del film recae en su la fuerza de su historia, donde las princesas hermanas Anna y Elsa se ven unidas por la capacidad de la última de crear y manejar hielo, hasta que un pequeño pero casi fatal accidente separa irreversiblemente a las hermanas para siempre. El peligro de ser visto diferente por una sociedad temerosa de lo desconocido - algo así como una X-Men vendría a ser la pobre Elsa - hace mella en el espíritu de ambas, y así Anna crece con un ímpetu aventurero incapaz de contenerse, mientras Elsa, la sucesora al trono, teme el día en el que finalmente conozca a sus seguidores y sus poderes se salgan de control. Esta relación eclipsa cualquier otra presente en la trama, tan fuerte es el vínculo que se expresan las hermanas. Casi no hay lugar para los personajes masculinos como el vendedor de hielo Kristoff o el príncipe irresistible Hans. Simplemente, son accesorios a una historia que hace brillar a sus personajes femeninos en vez de reflejarlos bajo una luz tenue y solapadamente machista.

 La aventura de los personajes, sin adelantar mucho, verá varios contratiempos en su trayecto, y también hay una combinación de narrativa convencional con giros modernos, algo visto recientemente en una de mis favoritas del año pasado, Wreck-It Ralph , la cual contó con guión de la aquí presente guionista y directora Jennifer Lee. Esta sensación de imprevisto, el no tener al principio una clara figura de villano, funciona de maravillas, pero Frozen no está desprovista de pequeños escalones hacia abajo. Una vez que el conflicto se presenta, ir construyendo la trama de a poco afecta al ritmo de la película, que finalmente sufre un incremento notable con la presentación de Olaf, el alivio cómico en al forma de un hombre de nieve con vida propia con una propensión rayana en lo suicida por el verano. Desde el momento que aparece en pantalla, es imposible que los chicos no aplaudan con su actitud optimista, con una sonrisa siempre en su cara y con más de un mañierismo que hará las delicias de la platea.

Amén del excelente uso del recurso 3D - que siempre destaca en las películas de animación, Frozen se beneficia de una trama interesante, personajes ricos en carácter, y un despliegue técnico y musical para la antología. Disney nuevamente vuelve al ruedo, y de una manera avasallante. Un verdadero triunfo, en todo sentido.

 Calificación: A-

El Lobo de Wall Street

Año: 2013.
Género: Comedia - Biografía.
País: Estados Unidos.
Duración: 180 minutos.
Dirección: Martin Scorsese.
Intérpretes: Leonardo Dicaprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew McConaughey, Kyle Chandler, Rob Rainer, Jon Bernthal, Jean Dujardin, Jon Favreau, P.J. Byrne.

"Jordan Belfort es un agente de bolsa de Nueva York. Partiendo del sueño americano hasta llegar a la codicia corporativa, Belfort pasa de las acciones especulativas y la honradez al lanzamiento indiscriminado de empresas en la Bolsa y a la corrupción a finales de los ochenta. El éxito y la fortuna desmedidos de este joven veinteañero como fundador de la agencia bursátil Stratton Oakmont, le valieron a Belfort el apodo de “El lobo de Wall Street”.

Hace unos días me puse a revisar películas que en su momento se me pasaron de largo, y caí en Margin Call, ópera prima de J.C. Chandor que le valió una nominación a Mejor Guión Original por su sugerente y habilidosa historia sobre la codicia que genera Wall Street. Días después, y por pura coincidencia, Martin Scorsese aparece cual caballo desbocado con su contracara de ese mismo fenómeno en The Wolf of Wall Street, una explosiva comedia que golpea sin miramientos al culto al dinero del cual el país del Norte no puede separarse.

No se puede demostrar el exceso sin volverse excesivo, y es por eso que Scorsese se ensucia las manos y, durante tres violentas y divertidas horas, vemos el ascenso de un criminal como lo es Jordan Belfort, en la piel de un maravilloso y casi irreconocible Leonardo DiCaprio. Digo irreconocible no por su apariencia física, pero porque nunca se vio al actor sumergirse de lleno en un personaje tan carismático y furibundo, con una potencia inigualable que hacen de su aproximación al Jordan Belfort de carne y hueso - quien hace un pequeño cameo al final del film - uno de los personajes más destacados de los últimos tiempos. Sólo piensen en un fiestero empedernido como el Jay Gatsby de hace unos meses, pero adicto a cualquier droga posible, y multiplicado por sus intensos sentimientos de avaricia.

 Más, más, y más, eso es lo que grita la historia, y eso es lo que el espectador obtendrá. En The Wolf of Wall Street , ya la trama pasa poco tiempo por los comienzos del personaje de DiCaprio, y hasta su lanzamiento a la fama no es nada comparado con las vicisitudes que conllevarán crear la compañía Stratton Oakmont, donde tendrá lugar la mayor parte del descontrol. De por medio, Scorsese se despacha con las escenas más turbulentas y cargadas de iconicidad que encontrarán en la pantalla grande durante mucho tiempo. Grandes productoras como Warner Bros. no pudieron contra semejante demostración bacanal, así que todo lo que se puede apreciar en la película completa se lo debemos a Red Granite Pictures. Incluso con el comentado corte que se le tuvo que instigar a la película para que finalmente tenga una calificación apropiada, desde luego que el resultado final dejará a más de uno con la boca abierta.

Ayudado por el rutilante guión de Terence Winter, el foco narrativo parece no acabarse nunca, encontrando de una escena a otra diferentes niveles de depravación que convierten a Belfort y sus seguidores en meros universitarios pasados de edad, adictos a la cocaína y cualquier otra droga a su alcance, intentando siempre hacer más dinero del que pueden gastar. Que resta decir de Martin, un director de 71 que con su última película acaba de desmostrar que tiene el ímpetu jocoso y desvergonzado que un chico de 25 años. Lejos de crear una consciencia moral, Scorsese se ríe de los ejecutivos de Wall Street en esta fábula ridícula sobre los excesos. Incluso uno de los momentos álgidos del film, en donde una sobredosis de pastillas crea un efecto alucinógeno en el protagonista, debería causar estupor y horror en la platea, pero en cambio el timing preciso del director no permite más que carcajear ante tamaña demostración de ineptitud y temeridad.

 No sólo es el show de DiCaprio, alcanzando alturas inimaginables en su carrera, sino que también el director logró exprimirle el jugo a un comediante nato como lo es Jonah Hill y exponerlo a un sinfín de situaciones como la mano derecha de Belfort, en un papel totalmente diferente a lo que demuestra por costumbre el joven actor, y por el cual debería obtener una nominación al Oscar y no por el fiasco que logró en Moneyball. La percepción de Hill cambiará para muchos después de ver a su desternillante Donnie Azoff. Además de la dupla protagónica, el elenco es feroz como cualquier película de Scorsese que se precie, y Matthew McConaughey se pasea con unas pequeñas pero importantes escenas al comienzo, mientras que la poco conocida Margot Robbie arrasa la pantalla con su belleza despampanante - y esa escena infartante con la teddy-cam para el recuerdo. Mención especial se llevan en pequeños pero significantes papeles Kyle Chandler como un agente del FBI asignado a seguirle la pista a Belfort, y Jean Dujardin, como un banquero suizo cuyas actividades no son del todo legales.

Es imposible no sentirse rodeado de la desmesurada vida de fiesta que presenta Martin Scorsese en The Wolf of Wall Street. Armado de una acelerada edición y una banda de sonido, el Tío Martin está en el pináculo de la vida, y nos ofrece a los pobres mortales un vistazo al paraíso. Pero, ¿estamos seguros de que es el paraíso deseado?

 Calificación: A-