Luego de la amena "Como vivido cien veces" y de la impresionante "En tiempo de Laura Osorio", la autora Cristina Bajo nos deleita una vez más con la apasionada historia de los Osorio, esta vez no desde el punto de vista de una mujer de la familia sino desde la vida del "Payo", Fernando Osorio, el hermano de Luz.
La historia continúa relatando la cruenta lucha entre unitarios y federales que sucedió en nuestro país hace más de 160 años; concretamente las acciones que ocurren en este libro abarcan los años 1840 y 1841, muchos menos años que los anteriores pero no por eso menos interesantes.
En ese contexto, la novela comienza bastante lejos de la acción; es España, una joven llamada Ignacia Arias de Ulloa escapa de su marido llevándose a duras penas un estuche de esgrima y el halcón favorito de él. Acude a su madre Leonarda Arias, que está a punto de partir en un viaje hacia Argentina para saldar unas viejas cuentas. Y así las Ulloa parten hacia su destino, Córdoba, donde no por obra del destino su historia se mezclará con la de los Osorio.
Mientras tanto, Fernando Osorio vieja a Buenos Aires con sus hombres para entregar un mensaje a Juan Manuel de Rosas, a la vez que viejos enemigos acechan y atacan ferozmente a su familia. Y eso no es todo, ya que estos mismos enemigos luchan por expropiarle sus tierras que por derecho familiar le pertenecen.
Y por si esto no fuera poco, la ciudad de Córdoba se ve ocupada por un peligroso personaje llamado "el Monitor", que causará muchos males a la población junto a sus seguidoras y las constantes "mazorcadas" que suceden a la ciudad.
La autora ofrece nuevamente una lectura brillante, cruda y reveladora sobre la vida en la época, que a medida que recrudecen los acontecimientos en esta guerra civil sin cuartel muestra el lado más despiadado de los federales, y la violencia a la que someten al pueblo. Esta vez ya no hay tiempo para demasiados momentos felices y chistes, esta vez los tiempos requieren sacrificios, y en una de las partes más emotivas del libro es el fallecimiento de un personaje que realmente te rompe el corazón.
Si uno se pone a pensar, la palabra tragedia es, estuvo y estará ligada a los Osorio siempre.
Las escenas nuevamente están muy bien contadas como solo ella sabe hacerlo, las costumbres, las luchas, la pasión, la hermandad, todo hace que sea una novela excepcional y más que entretenida, uno puede aprender la historia de su país de una manera didáctica e inteligente.
Lo único que le encuentro de malo a la novela es ese final abrupto que lo deja a uno con unas ganas tremendas de continuar leyendo las aventuras y desventuras de la familia que ya se ganó en corazón de los lectores.
Nuevamente, me inclino ante la señora de la novela argentina.
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