No quiero desmerecer a las otras que fueron buenas, pero en "El caballero del jubón amarillo" hay intrigas palaciegas, asaltos, conspiraciones y romances que hacen de su lectura un placer.
"Don Francisco de Quevedo me dirigió una mirada que interpreté como era debido, pues fui detrás del capitán Alatriste. Avísame si hay problemas, habían dicho sus ojos tras los lentes quevedescos. Dos aceros hacen más papel que uno. Y así, consciente de mi responsabilidad, acomodé la daga de misericordia que llevaba atravesada al cinto y fui en pos de mi amo, discreto como un ratón, confiando en que esta vez pudiéramos terminar la comedia sin estocadas y en paz, pues habría sido bellaca afrenta estropearle el estreno a Tirso de Molina. Yo estaba lejos de imaginar hasta qué punto la bellísima actriz María de Castro iba a complicar mi vida y la del capitán, poniéndonos a ambos en gravísimo peligro; por no hablar de la corona del rey Felipe IV, que esos días anduvo literalmente al filo de una espada. Todo lo cual me propongo contar en esta nueva aventura, probando así que no hay locura a la que el hombre no llegue, abismo al que no se asome, y lance que el diablo no aproveche cuando hay mujer hermosa de por medio."
En esta entrega, lo que la diferencia de las otras es que se explora más a fondo el orgullo, la testarudez, la mentalidad y la pasión del capitán Alatriste al expresar sus verdaderos sentimientos hacia María de Castro, una hermosa actriz a la que también pretende el rey de España Felipe IV. Así Diego Alatriste hará lo imposible por quedarse con la mujer que realmente ama y no le importa quien se interponga en su camino, ni siquiera sus amigos ni el mismísimo rey. Esto va a ser usado por sus antiguos enemigos para tramar una conspiración de dimensiones impensables, de la cual será difícil salir indemne.
También se intensifica la relación de amor/odio entre Íñigo y Angélica, y demuestran que son una gran pareja a pesar de todas las diferencias; hay escenas donde el joven acompaña en las noches a Angélica y tienen diálogos muy buenos e interesantes.
Por supuesto que no falta los cruces de espadas en cada esquina, ni las escenas de lucha (particularmente una al final es perfecta); todo encaja en la época y hasta las costumbres están bien impuestas.
Una nueva novela que rescata lo mejor de la serie hasta ahora, y demuestra una vez más la brillantez de un autor de la talla de Arturo Pérez-Reverte.
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