miércoles, 10 de junio de 2009

Otra vuelta de tuerca

"Flora y Miles, dos encantadores niños que han sufrido la muerte de sus padres, crecen aparentemente felices en Bly, la propiedad pertenenciente a su rico tío. La llegada de la nueva institutriz, una joven contratada para cuidar de los dos niños, coincide con las inquietantes apariciones de antiguos personajes, fallecidos tiempo atrás en circunstancias extrañas. En la institutriz surge un intenso sentimiento de protección con que se opondrá valientemente a aquellos espíritus fantasmales, que parecen atraer a los niños hacia su extraño mundo."

La obra maestra de Henry James, o por lo menos su más reconocida, es ya de por si una obra extraña; extraña en el sentido de que todo lo que se narra es ambiguo, tan ambiguo que todas las posibilidades de darle una explicación a los sucesos que acontecen en la mansión Bly son posibles, desde los más inocentes hasta los más perversos.
Esta cualidad le juega muy a favor a James, ya que a medida que transcure la novela, le da la total y completa posibilidad al lector de jugar con la trama, interpretar a un detective literario para desentramar toda la maraña fantástica (o no) de la nouvelle. Por eso, cada uno tendrá una visión final diferente al finalizar la obra, y es por la visión con la que encaré al leerlo que me pareció por momentos una obra francamente regular.

Regular en el sentido de que, si bien la historia es lo suficiente ambigua para dejar en vilo toda la trama, su personaje principal encarnado en la institutriz es muy recalcitrante y simplemente tonto, se mueve por una motivación que implícitamente (o al menos eso creí entender) romántica. Y sus razonamientos! Cree ver en donde no hay, culpa a otros, busca aceptación, etc. Buen personaje en su construcción, pero a suma de cuentas muy despreciable.
Los niños a su cuidado, Miles y su hermana Flora, tienen una madurez increíble para niños que apenas rozan los 10 años de edad, y hasta causan escalofríos con algunas de sus declaraciones: 'He dicho cosas raras.... pero sólo a los que me gustaban' - esa frase me quedó impregnada en la mente por su sutileza y a la vez por ser tan certera.

¿Los fantasmas, existían o no? Duda genialmente planteada por el autor con coraje y sutileza que el lector resolverá a su tiempo...

Recomiendo su lectura, pero con prudencia y propongo además su lectura de corrido, ya que no se puede dejar a la mitad, no importa si resulte aburrida, porque la historia tiene más de un punto de vista; en el final, la suma de las partes es casi o tanto más importante que el todo...

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