Año: 2011
Género: Fantasía.
País: Estados Unidos - Inglaterra.
Duración: 130 minutos.
Dirección: David Yates.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Michael Gambon, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Ralph Fiennes, Tom Felton, John Hurt, Brendan Gleeson, David Thewlis, Julie Andrews, Evanna Lynch, Rhys Ifans, Imelda Staunton, Warwick Davis.
Género: Fantasía.
País: Estados Unidos - Inglaterra.
Duración: 130 minutos.
Dirección: David Yates.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Michael Gambon, Helena Bonham Carter, Alan Rickman, Ralph Fiennes, Tom Felton, John Hurt, Brendan Gleeson, David Thewlis, Julie Andrews, Evanna Lynch, Rhys Ifans, Imelda Staunton, Warwick Davis.
"Harry, Hermione y Ron deberán encontrar la forma de recuperar la espada de Gryffindor que les permitirá destruir los últimos horrocruxes que aún no han encontrado. Mientras tanto Lord Voldemort cada día está más cerca de apoderarse por completo de Hogwarts y de conseguir su objetivo: matar a Harry Potter."
Todo viaje tiene un final, y para la mágica saga de Harry Potter, eso significa un camino que duró diez años (fílmicamente hablando) y ocho películas, contando la ingeniosa decisión de dividir el último libro en dos estupendas partes; si en un principio se vio este movimiento como una acción totalmente lucrativa, una vez vistos las dos películas uno entiende fácilmente el porqué: en cuatro horas y media lograron reconstruir un 95% del perfecto final de la saga, dejando de lado unos pequeños toques que no le restan importancia al estruendoso y bello cierre a las aventuras de Harry, Ron y Hermione.
Si la Parte I de Las Reliquias de la Muerte tenía un ritmo más pausado e iba construyendo la trama poco a poco, en Parte II ya no tenemos eso: las dos horas de película apenas se sienten porque, en definitiva, es una montaña rusa que sólo se detiene para que uno respire y siga gozando con la culminante batalla final en Hogwarts. No miento al decir que todo sucede muy rápido y cuando uno menos se lo espera, el trío (luego de un paseo a lomos de un dragón tras recuperar otro Horrocrux) ya está en el castillo, avisando a todo el mundo del inminente ataque final de Voldemort. Este evento apresurado ocurre porque las cartas ya estaban en la mesa en Parte I, y en parte II es hora de que todos los jugadores jueguen su mano; no hay tiempo que perder, y acá el tiempo es oro (o la sangre de sus seres más queridos…) El sentimiento de urgencia nunca se sintió… bueno, más urgente, en toda la saga.
Durante este grandilocuente final, es encomiable cómo todos aquellos personajes que durante los siete libros y películas tuvieron sus quince minutos estelares vuelvan para, como decirlo, redimirse de alguna manera, mostrar que todos están presentes en el combate final: ver rostros conocidos por doquier, luchando por sus vidas contra los Mortífagos es estupendamente satisfactorio. En los momentos previos a la batalla, y durante, se nota que el guión de Steven Kloves (una vez más) cambió los destinos finales de algunos de estos personajes secundarios, mientras que agrada el hecho que las precisas de la profesora McGonagall, la Sra. Weasley y Neville Longbottom sean un calco a sus congéneres de tinta y papel: sencillamente, son los favoritos del público y se nota, ya que la sala entera aplaudió con entusiasmo cada una de estas escenas.
¿Tengo que remarcar que el elenco está estupendo? No, no creo. Absolutamente todos siguen los esquemas que vienen planteando película a película, agregando el tono extremadamente oscuro de la recta final. Eso sí, vale destacar que, del trío, Emma Watson es la única que se le siente que su papel lo está haciendo de corazón y te hace sentir que el alma se te retuerce adentro y Alan Rickman, bueno, si no se gana una nominación de cajón a los Oscars hay que prender fuego a la industria de cabo a rabo, porque sería una fatal injusticia.
A riesgo de recibir dardos desde todos lados, voy a admitir que David Yates se hizo cargo del peso de la mitad de la saga en adelante, la parte más difícil, y me resulta mucho mejor director que Cuarón. Ojo, sigo amando El Prisionero de Azkaban, pero no creo que la visión del mexicano hubiese funcionado al final de la saga. Yates le devolvió ese estilo que comenzó Chris Columbus en las primeras películas y sentó precedentes.
Admiro también lo sombrío que se volvió en esta última entrega: hay más sangre que en todas las películas de la saga juntas, y no sólo eso, sino que algunas escenas son condenadamente brutales; aparte, demuestra que es un fanático de la saga y no lo hizo sólo por la plata: cada escena, cada criatura, cada hechizo, todo el libro está en la película, y los efectos visuales no hacen más que complementar la narrativa de Yates, con la misma excelencia desde la primera película. La música de Alexandre Desplat es un punto y aparte: si John Williams inmortalizó a Harry Potter con su Hedwig’s Theme, la saga termina en una nota altísima también con el Lily’s Theme, una melancólica melodía que se deja escuchar al inicio del film y durante los momentos más desgarradores, que merecen atención para impactar más hondo en el espectador.
El final de Harry Potter es, al mismo tiempo, el término de un momento mágico en la vida de varios jóvenes que, como Harry, Ron y Hermione, comenzaron esta aventura con unos dulces e inocentes 11 años, y terminan hoy día con 21 años, unos largos 10 años en los que, me incluyo, aprendimos un montón de cosas, valores como la amistad, el amor y el entendimiento hacia la muerte. Es difícil dejar una etapa atrás, pero con un gran cierre de por medio, creo que podemos cerrar fácilmente el último capítulo de esta maravillosa historia... y abrir el primer libro una vez más, reviviendo una de las sagas más importantes de la literatura contemporánea. Harry Potter, ¡te vamos a extrañar!
Calificación: A