miércoles, 30 de julio de 2014

Guardianes de la Galaxia

Año: 2014.
Género: Acción - Aventura - Ciencia Ficción.
País: Estados Unidos.
Duración: 121 minutos.
Dirección: James Gunn.
Intérpretes: Chris Pratt, Zoe Saldana, Dave Bautista, Vin Diesel (voz), Bradley Cooper (voz), Lee Pace, Michael Rooker, Karen Gillan, Djimon Hounsou,  John C. Reilly, Glenn Close, Benicio del Toro.


"En los lejanos confines del espacio, un piloto americano llamado Peter Quill se encuentra inmerso en una persecución luego de robar un extraño orbe codiciado por el implacable Ronan el Acusador."

  De todas las películas que se han realizado dentro del Universo Cinemático de Marvel, quizás Guardianes de la Galaxia sea la que provenga desde los rincones más oscuros de la franquicia comiquera. Incluso si uno no es fanático de los cómics, una idea tenía sobre Iron Man, Capitán América, Thor y Hulk antes de abordar las películas, pero el quinteto que personifica a los héroes homónimos que nos ocupan,sólo un puñado selecto de ávidos lectores los conocía. Para el público en general - y acá me incluyo - como para Marvel Studios también, la apuesta de incorporar a las Fases fílmicas a este grupo era arriesgada, pero el riesgo le dará buenos réditos.

 Guardianes se aleja de la ciencia pura y dura que siempre dominó al universo Marvel - obviando el costado mítico de Thor - y finalmente se pega un viaje al espacio exterior para llevar el marco a un nivel cósmico, como ya se nos viene adelantando con el uso de artefactos como el Tesseract y el Aether. Con un poco de Google y Wikepedia encima, el espectador menos avezado podrá inferir hacia donde se dirige la atención de estos artefactos, pero en esta aventura  espacial donde se les da un verdadero nombre. Mas allá de ese nexo, Guardianes se disfruta por sus desvergonzados aires de film de ciencia ficción de los años '90, con muchas pizcas de ese universo expandido que representa Star Wars pero con la mejor tecnología que siempre se puede esperar de productos Marvel.

 Mucho de este aire insuflado tiene crédito en el director y guionista James Gunn, una decisión extraña pero muy acertada, como lo fue en el caso de los hermanos Russo para Captain America 2. Gunn viene del lado de la comedia - su anterior película fue Super, la contra de Kick-Ass - y si bien hay que destacar su asombrosa naturalidad en la dirección de un tanque de semejante calibre, su guión es donde más se nota su talento. Junto a Nicole Perlman, los chistes y las múltiples referencias culturales se hacen sentir a cada momento, ya sea en boca de los protagonistas o en imágenes que es inevitable que te saquen una sonrisa.

 Gran parte de que Guardianes sea un éxito depende también del timing del elenco, y la elección de Chris Pratt como Star-Lord no podía ser más acertada. Pratt tiene un fuerte fondo de comedia - los que lo conozcan como Andy en Parks and Recreation sabrán de lo que hablo - y tras pasar por arduas sesiones de entrenamiento ha encontrado una tonificación que le ha abierto infinidad depuertas hasta para ser el próximo protagonista en la esperada secuela Jurassic World. Pratt es puro carisma, y se potencia con los agregados de una siempre hermosa y letal Zoe Saldana como Gamora, un inesperadamente divertido Dave Bautista como Drax el Destructor, y las voces de Bradley Cooper y Vin Diesel personificando a los robaescenas de Rocket y Groot.

Éste particular dúo, un mapache modificado genéticamente y un árbol humanoide viven a través de las voces de Cooper y Diesel, quienes les entregan matices inesperados, sobre todo Diesel que tiene que repetir una y otra vez la misma frase pero aportando diferente significado en cada realización vocal. Rocket se convertirá en un fan favorite en lo que canta un gallo, pero Groot no se queda atrás y ambos forman una dupla con mucho corazón y picardía.

Guardianes no se detiene en la irreverencia provista de comedia del grupo, sino que también aborda muchas veces costados dramáticos y sale airosa en sus sucesivos intentos. Este inesperado grupo tiene sus fallas internas, y si bien es divertido verlos organizarse por primera vez, los matices de grises abundan, pero esas fallas son las que los hacen aún más grandes viendolos en perspectiva. Y si a todo este conjunto los acompañan increíbles persecuciones y escapes a toda velocidad y colorido por gran parte de la galaxia, mejor aún.

No faltan los cabos sueltos y guiños para la futura secuela y el ensamble con los Vengadores, ni tampoco licencias dentro de la historia que se vuelven moneda común dentro de todas las películas Marvel, pero el conjunto en general es exageradamente superior de lo que uno había esperado. El voto de confianza de Marvel ha demostrado ser una de las grandes aventuras de la ciencia ficción del año. ¿Quién iba a decir que un humano, dos alienígenas, y un mapache y un arbol parlentes serían los grandes héroes de la temporada?

 Calificación: A-


miércoles, 16 de julio de 2014

El planeta de los simios: Confrontación (Dawn of the Planet of the Apes)

  Conocida también como 'El amanecer del planeta de los simios'

Año: 2014.
Género: Acción - Ciencia Ficción - Drama.
País: Estados Unidos.
Duración: 130 minutos.
Dirección: Matt Reeves.
Intérpretes: Andy Serkis, Jason Clarke, Gary Oldman, Keri Russell, Toby Kebbell, Kodi Smit-McPhee, Kirk Acevedo, Nick Thurston, Terry Notary, Karin Konoval, Judy Greer, Jon Eyez, Enrique Murciano.


"Una creciente nación  de simios genéticamente evolucionados, bajo el mando de César, se ve amenazada por un grupo de seres humanos que ha sobrevivido al devastador virus desatado diez años atrás. Alcanzan una frágil paz poco duradera, ya que ambos bandos son llevados al borde de una guerra que decidirá cuál será la especie dominante de la Tierra."

 Nadie esperaba absolutamente nada de Rise of the Planet of the Apes la precuela/reinicio de la saga simia a cargo de Rupert Wyatt en 2011. Quizás fuese por el abismal recibimiento de la reimaginación de Tim Burton en 2001, pero - y acá me incluyo en la manada - la verdad que no le veía la gracia a una historia de comienzos, pero Rise of... me cerró completamente la boca con una historia muy humana y profunda, aderezada con inteligentes escenas de acción, como para no olvidar que estábamos ante una película de verano boreal.

 Tres años después, Matt Reeves toma la posta y redobla la apuesta entregando en Dawn of the Planet of the Apes la anti-película taquillera de mitad de año: una secuela por demás contemplativa que se encarga de dimensionalizar la humanidad del grupo de humanos remanantes como de la naciente nación peluda, en un cóctel explosivo de acción y adrenalina con personajes de carne y hueso - y pelo.

 Luego de una concisa pero esclarecedora secuencia de créditos que nos sitúa diez años luego del final de la primera entrega, la humanidad ha sido diezmada por una mortal gripe y los sobrevivientes han quedado recluidos en pequeños grupos, como es el caso de la colonia residente en una destruída ciudad de San Francisco. El gran giro del comienzo es que no comenzamos a presenciar la historia desde el punto de vista de los humanos, sino desde Caesar y su gran colonia de compañeros en un día rutinario. Caesar es el jefe, y a través de sus desgastados ojos es que vemos como se conduce la manada hoy en día, con un ordenamiento basado en el compañerismo.

Uno de los ligeros errores que había marcado de la anterior entrega era el trazo grueso con el cual estaban delineados los humanos: pérfidos, arrogantes y violentos, en comparación con los pasivos y dominados monos de laboratorio. Algo de ese trazo resiste en el guión de la pareja Rick Jaffa & Amanda Silver pero la balanza se equilibra desde ambos lados: no todos los humanos son máquinas de matar, ni tampoco todos los simios ven a los humanos como una especie ahora inferior. Como reza el póster de la película, quizas el encuentro fortuito de la manada de Caesar con un grupo de humanos liderados por un pensativo Jason Clarke comporte una última oportunidad para lograr la paz, pero la condición humana siempre estará latente y sacará lo peor de los unos y los otros.

 Tanto en un campamento como en el otro hay conflictos, y si bien el espectador pasa un buen tiempo del lado de los humanos, el peso dramático recae totalmente en el liderazgo de Caesar y la excelente interpretación de Andy Serkis, demostrando nuevamente que es el rey de la captura renderizada. Ayudado por unos más que impresionantes efectos digitales - cortesía de la compañía Weta Digital, Serkis es el centro neurálgico de la nueva saga, y le imprime toda su emotividad a un personaje entrañable e inolvidable. Mas allá de un gran elenco humano en el que destacan caras conocidas como Keri Russell y un conflictivo Gary Oldman, el aplauso se lo lleva la otra facción, como el trabajo inmenso de Toby Kebbell como el rebelde simio Koba.

 Y por si fuera poco, los momentos de acción que nos entrega Matt Reeves están brillantemente pensados, y orquestados de manera que llegan en el momento justo y preciso, cuando la tensión entre ambos grupos ha llegado a su punto álgido, como también no los hace saber la palpitante banda sonora compuesta por Michael Giacchino, un tanto repetitiva en su leitmotiv pero que conduce la acción en pantalla de manera fehaciente.

Ya le había confiado mis esperanzas a Reeves desde Cloverfield, y tampoco decepcionó con la fantástica remake Let Me In, por lo cual estoy más que satisfecho con lo logrado en Dawn of the Planet of the Apes, una secuela que deposita nuevamente las esperanzas en que las ideas en Hollywood no están muertas, sino que hace falta un buen director para encausar acción pochoclera bien pensada con personajes por los cuales alentar.

 Calificación: A-


domingo, 13 de julio de 2014

Transformers: La era de la extinción

Año: 2014.
Género: Acción - Aventura - Ciencia Ficción.
País: Estados Unidos - China.
Duración: 165 minutos.
Dirección: Michael Bay.
Intérpretes: Mark Walhberg, Stanley Tucci, Kelsey Grammer, Nicola Peltz, Jack Reynor, Titus Welliver, Sophia Myles, Li Bingbing, T.J. Miller, Thomas Lennon.


"Mientras la humanidad recoge los pedazos luego de la batalla de Chicago, los Autobots y los Decepticons se han evaporado de la faz de la Tierra. Sin embargo, un grupo de poderosos e ingeniosos hombres de negocios y científicos buscan aprender de las incursiones del pasado y traspasan los límites de la tecnología hasta un punto que no pueden controlar."

 Una vez terminadas las dos horas y cuarenta y cinco minutos que dura Transformers: Age of Extinction me di cuenta que no tenía nada severo que objetarle a Michael Bay. Se podrá decir lo que quiera de la calidad narrativa de la película, y de toda la saga en verdad, pero siento que con T4, Bay entrega su momento más explosivo dentro de la línea de los alienígenas de metal.

 Lo que verdaderamente hay que hacer para disfrutar de esta cuarta batalla Autobot es apagar el cerebro y dejarse llevar por el climax extendido que resulta ser toda la propuesta. Y no es moco de pavo decir eso, ya que todo el tiempo uno se puede preguntar ¿Y cuando termina? que, fácil, a la película le faltará media hora para llegar a los créditos. Sí, hay una falta de edición preocupante dentro del método Bay, pero lejos T4 es la iteración de la saga que menos enfurece por sus decisiones de guión y caprichos del director.

 Ehren Kruger parece que aprendió de sus anteriores errores en las partes 2 y 3, y acá lima un poco las asperezas de lo que significa aportarle toques de comedia a un film de aventuras y no marinarse en el exceso. Hay muchas arbitrariedades en la historia, algún que otro cabo suelto, pero nada que termine molestando. No hay que pedirle tridimensionalidad Freudiana a sus personajes, ni grandes giros del guión, pero tampoco falta de respeto para con la platea - como el caso de la 2da parte - y en eso, Kruger satisface las demandas de un peliculón del estilo.

 La decisión de saltar cinco años en el tiempo y pegar borrón y cuenta nueva con un elenco renovado y más adulto con Mark Wahlberg al frente demuestra un atisbo de parte del director por querer cambiar las cosas. Por supuesto, estamos hablando de Michael Bay, mucho cambio no va a haber, así que van a haber explosiones por el sólo hecho de que las haya, persecuciones adrenalínicas, efectos especiales de última tecnología, y el usual fetichismo por seguir bien de cerca los cuartos traseros de la secundaria femenina, cuyo papel en este caso recae en Nicola Peltz, que no desentona con las anteriores féminas de turno y sale bien parada de la batalla que le espera a ella y a su familia, tan bien parada que el rímel nunca se le corre y el humectante labial siempre brillante en su boca.

 Por una vez, los humanos tienen algo de sentido dentro de la trama. El Gobierno quiere eliminar a todo extraterrestre que se le cruce en una racia gigante, y los villanos en Kelsey Grammer y Titus Welliver le hacen frente a la amenaza, mientras que Wahlberg y compañía encarnan al prototipo de familia americana que tanto le gusta mostrar a Bay, acompañados de un Stanley Tucci al cual ningún papel le sale mal.

El universo Bay está vivito y coleando en Transformers: Age of Extinction. No creo que a esta altura alguien entre a la sala esperando ver algo que no es, ni tampoco uno se puede ofender ni juzgarla al mismo nivel de una de Woody Allen. Por supuesto que saldría perdiendo si fuese el caso, pero con T4, Bay sigue demostrando que para romper todo sigue siendo el Rey, y encima le siguen dando plata para cumplirle el capricho. Por eso es que hoy le doy a Michael mis dos pulgares arriba, y celebro que siga rompiendo todo este año, y durante muchos años más.

 Calificación: A


sábado, 12 de julio de 2014

Oculus

Año: 2013.
Género: Terror.
País: Estados Unidos.
Duración: 104 minutos.
Dirección: Mike Flanagan.
Intérpretes: Karen Gillan, Brenton Thwaites, Katee Sackhoff, Rory Cochrane, Annalise Basso, Garrett Ryan, James Lafferty.


"Años atrás un brutal asesinato dejó huérfanos a dos hermanos. En su momento, las autoridades encontraron culpable al hermano, pero la niña siempre aseguró que no había sido su hermano quién había matado a sus padres, si no un espejo maldito que tenían en la casa. Ahora, ya rehabilitado y en sus 20 años, el hermano está listo para empezar de nuevo. Pero la hermana no puede y no quiere olvidar que el espejo, fue el responsable de destrozar a su familia."

 Oculus es el segundo largometraje de Mike Flagagan, cuya primera incursión, Ausencia, se estrenó el año pasado en salas nativas. Con una moderada producción y más alma que sustancia, Flanagan le dio un trasfondo sobrenatural a la historia de dos hermanas, una de las cuales pierde a su esposo en una misteriosa desaparición. La misma problemática se suscita en esta ocasión, donde los hermanos Kaylie y Tim intentan resolver la brutal muerte de sus padres a manos de un espejo siniestro que atrajo el caos y la desesperación a su hogar.

 Esta vez armado con un cuantioso presupuesto y un par de caras conocidas - Karen Gillan de Doctor Who y la incombustible abonada al género Katee Sackhoff de Battlestar Galactica - Flanagan ofrece pocos sustos, pero bien medidos a lo largo de una historia que atrapa y que fuerza al espectador a prestar atención a todo lo que sucede en pantalla. Basada en un cortometraje de factura propia, el director aumenta las expectativas con una narrativa dual, que transita dos líneas temporales: la primera, en la actualidad, con los hermanos Russell ya crecidos y dispuestos a vengar a sus padres, y la secundaria, once años atrás, cuando la familia acaba de mudarse y los problemas comienzan a aparecer poco a poco.

 Mezclar dos tiempos suele terminar en caos absoluto, pero el guión de Flanagan y Jeff Howard se presta a saltar de un lado a otro, confundiendo pero de manera positiva, como si la maligna influencia del espejo trascendiese la pantalla. La edición ayuda mucho a este estado de confusión latente, con muchos cortes ágiles que no entrecortan la acción, sino que crea una simbiosis narrativa que comporta el mejor aspecto del film. La delgada línea entre la realidad y la fantasía se desdibuja a medida que corre el tiempo - y las alarmas de los relojes rechinan una tras otra - y lo que en principio parecía horror puro y duro se transforma en un estudio acerca de la culpa del sobreviviente, la toma de responsabilidades y la negación de los hechos, todo bajo un turbio manto de sombras y figuras siniestras.

Lo mejor que le sale a Oculus es no tomar a su espectador por idiota, y desde el guión se nota un buen trabajo por rellenar los huecos que el intercambio temporal genera, además de una consciencia elevada de parte de sus protagonistas, en especial Gillan, quien lleva adelante el experimento con pericia y astucia. Muchos pensarán que no sucede mucho durante los cien minutos de duración, pero para Flanagan el horror pasa por otro lado. Hay unos cuantos sustos imprevistos, alguna que otra escena sangrienta - la escena de la manzana es altamente perturbadora - pero el marco general de la historia es lo que realmente eleva a Oculus por sobre otras compañeras de género.

 Calificación: B