jueves, 29 de mayo de 2014

Al Filo del Mañana (Edge of Tomorrow)

Año: 2014.
Género: Acción - Ciencia Ficción.
País: Estados Unidos - Australia.
Duración: 113 minutos.
Dirección: Doug Liman.
Intérpretes: Tom Cruise, Emily Blunt, Brendan Gleeson, Bill Paxton, Noah Taylor, Jonas Armstrong, Tony Way, Kick Gurry, Franz Drameh, Charlotte Riley.


"En un futuro cercano, una raza extraterrestre azota a la Tierra en un ataque implacable. El Mayor William Cage es asesinado a los pocos minutos de combate, pero se encuentra inexplicablemente arrojado fuera de la secuencia de tiempo, luchando y muriendo una y otra vez..."

 En menos de dos semanas ya tenemos en la cartelera dos películas que se animan a jugar con los viajes en el tiempo en sus tramas. La primera es X-Men: Days of Future Past y la segunda es la que nos compete, el festín de acción futurista que parece un nuevo subgénero en el cual Tom Cruise se siente bastante cómodo -no olvidemos el pequeño traspié en la no muy bien recibida Oblivion del año pasado-.

 No había manera de escaparle en las salas de cine a la nueva apuesta de Warner, los avances inundaban cada película con imágenes explosivas de un soldado momentos antes de un desembarco estilo Día D en Saving Private Ryan para después saltar a una mezcla de géneros con influencias pesadas a Groundhog Day y pizcas de Starship Troopers.

Estamos hablando de originalidad cero, por supuesto. Hollywood ya no se trata de traer frescura en nuevos proyectos, sino saber reciclar con tino y jugar al Doctor Frankenstein, preparando el armatoste pochoclero que gane espectadores cuando se estrene comercialmente. El director Doug Liman no es ajeno al cine de acción y ha entregado productos interesantes -The Bourne Identity-, curiosidades -Mr. and Mrs. Smith- y bodrios infumables -Jumper- pero con Edge of Tomorrow vuelve a todo vapor con una historia por demás entretenida, que regresa una y otra vez en sus pasos pero nunca se tropieza.

 En un verano boreal apilado con grandes sorpresas, y con un verano siguiente ocupadísimo, hay que dejar algo en claro y es que Cruise es sinónimo de buen cine de acción. Uno podrá no quererlo ni hacerle monumentos a su calidad actoral, pero in Tom we trust podría ser un buen hashtag para definir el buen sabor de boca que nos deja en esta aventura, donde le pone el cuerpo y su ligero sentido del humor a una cruenta invasión alienígena que tiene el poder de jugar a gusto y placer con el tiempo. Repetir el mismo esquema no es un problema de la película, donde el guión de Christopher McQuarrie y Jez y John-Henry Butterworth no cae en vueltas de tuerca facilonas y funciona como una máquina bien aceitada. Tampoco la brutal y acelerada edición abusa de efectismos baratos. No es raro que Liman haya convocado a los hermanos de nuevo -trabajaron juntos en el drama político Fair Game- ni que McQuarrie se lleve muy bien con Cruise -escribió y dirigió Jack Reacher y será el director de Mission: Impossible 5-. Cuando un equipo trabaja bien, se nota, y todos los engranajes se mueven al mismo tiempo, casi con ritmo de coreografía, como lo hacen Tom y una aguerrida y fantástica Emily Blunt, a quien le sienta muy bien el papel de heroína y epítome de la defensa humana frente a la catástrofe.

Edge of Tomorrow, por si fuera poco, tiene un diseño de producción que alucina, y basta con ver el primer desembarco para admirar el trabajo que se llevó a cabo en un ataque violento y sin cuartel, como cualquier desembarco en tiempos de guerra debe lucir. Los escenarios son lo suficientemente caóticos para generar estupor y los momentos de calma sirven como perfecto lapsus para reagrupar las ideas. Con una duración de casi dos horas, que la trama fluya con ligereza y se llegue al final con la mente intacta, indica que Liman hizo un trabajo soberbio con las escenas de acción y que el guión fue lo bastante claro para entender la trama y disfrutar dentro de ella, y no fuera.

Calladita -bueno, no tanto, la campaña de marketing es sumamente invasiva- y sin muchas ínfulas, Edge of Tomorrow es lo que se considera una excelente ocasión para disfrutar de una ingeniosa y apabullante salida al cine, donde la sala no para de temblar por los disparos y explosiones en pantalla, y donde al finalizar la película uno no puede evitar salir con una leve sonrisa en la boca.

 Calificación: B+


miércoles, 21 de mayo de 2014

Godzilla

Año: 2014.
Género: Acción - Aventura - Ciencia Ficción.
País: Estados Unidos - Japón.

Duración: 123 minutos.
Dirección: Gareth Edwards.
Intérpretes: Aaron Taylor-Johnson, Bryan Cranston, Ken Watanabe, Elizabeth Olsen, Sally Hawkins, Juliette Binoche, David Strathairn, Richard T. Jones.


"El monstruo más famoso del mundo se verá enfrentado a criaturas malévolas que, impulsadas por la arrogancia científica de la humanidad, amenazan nuestra mismísima existencia."

No recuerdo con malos ojos la Godzilla de Roland Emmerich de 1998. No puedo negar que es una diferencia abismal y muy estereotipada de la original de 1954 - que todavía sigo sin poder ver, ya remediaré ese error - pero aún con todas sus fallas, era medianamente entretenida... cuando uno tiene 10 años, claro.

La campaña publicitaria de la nueva reimaginación de Warner Bros. y Gareth Edwards me dejaba sin aliento con cada retazo de información, en una adaptación ambiciosa y con un elenco de lujo, digna del coloso monstruete japonés. Vista como se debe - en Imax 3D - es que puedo decir entonces que Edwards le pegó en el clavo y Gojira vuelve a rugir con todas sus fuerzas en la pantalla grande.

Saquémonos de encima lo menos estupendo de Godzilla. El guión, mano de obra de Max Borenstein, se las ingenia bastante bien para maniobrar con el nuevo origen del dios reptiliano de la destrucción, armando el rompecabezas científico de a poco. Con el intrigante y angustiante inicio en unas cuevas filipinas para luego acercarnos a la planta nuclear en Japón - detalle bastante cercano a la realidad vivida hace unos años en esa zona -, las apariciones esporádicas de Godzilla se hacen desear, pero cuando se revelan de manera espectacular en las costas de Hawaii, hace que la espera haya valido la pena. Es una pena que todo el armado de la trama se diluya con ciertas elecciones necesarias para continuar con el foco de la acción, como poner al frente al personaje de Aaron Taylor-Johnson en todos los escenarios posibles para no perderse ni un momento de la trama. Este recurso se extiende hasta resoluciones impensadas, y esa sensación estilo Cloverfield que generan las imágenes de Edwards en plena colisión de titanes se apelmaze por las necesidades del guión de tener a un héroe presencial en todo momento.

 Con esto no quiero decir que la historia sean más o menos convincente; el guión debe recubrir con suficiente sensatez el espectáculo principal que es la aparición de Godzilla y su lucha colosal con los MUTOs, y Godzilla sale airosa en ese apartado. La sorpresa que generan ver a una foránea Juliette Binoche o una sorprendida Sally Hawkins es uno de los grandes aciertos del film, donde los papeles secundarios están cubiertos por actores u actrices que uno nunca esperaría ver en el género catastrófico. Si bien la batuta la tienen la juventud encarnada en Taylor-Johnson y su esposa - encarnada por Elizabeth Olsen, que será su hermana melliza en The Avengers 2 - el peso dramático dle primer acto recae en Binoche y un sobrepasado Bryan Cranston, muy cercano a su icónico Walter White, vendiendo esa congoja característica en él que transmite pesar y empatía pura. No puedo dejar de mencionar lo garrafal de la participación de Ken Watanabe como el científico con cara de sorprendido todo el tiempo, que viene siguiendo hace rato las apariciones de estos monstruos, y que parece ser la única cara asiática que pueden reconocer los norteamericanos, con excepción de Hiroyuki Sanada.

Donde Godzilla no decepciona en lo absoluto es en el apartado técnico, donde el precio de la entrada quedará resarcido completamente en secuencias totalmente inmersivas donde la acción y la caótica destrucción arrasan con la pantalla y las apariciones mutantes generan las mejores escenas del film. Si ese rugido en los avances los dejaron con los pelos de punta, esperen a escucharlo varias veces durante la película, a todo volumen y a merced de la gigantosidad de Godzilla.

 La producción no escatimó en gastos y el diseño de las criaturas es sublime - aunque los MUTOs dejen un poco que desear - además de ejemplificar la majestuosidad del visitante nipón en toda su gloria. El resto de los efectos, apabullantes, y el sonido va directo a una terna al Oscar, por el tratamiento de los detalles, que van acompañados de una nada particular pero útil banda de sonido a cargo de Alexandre Desplat.

Con una secuela confirmada luego de una bombástica primera semana en taquilla, Godzilla finalmente conquista Occidente y promete regresar a defender a la humanidad. ¿Quiénes seran sus próximos enemigos?
Calificación: B+


martes, 20 de mayo de 2014

Muerte en Buenos Aires

Año: 2014.
Género: Crimen - Drama.
País: Argentina.
Duración: 94 minutos.
Dirección: Natalia Meta.
Intérpretes: Demian Bichir, Chino Darín, Mónica Antonópulos, Carlos Casella, Emilio Disi, Jorgelina Aruzzi, Humberto Tortonese, Luisa Kuliok, Hugo Arana.


"Buenos Aires, años '80. El inspector Chávez, un hombre de familia y rudo policía, queda a cargo de la investigación de un homicidio en la alta sociedad porteña. En la escena del crimen conoce al agente Gómez, un atractivo policía novato que se convierte en su mano derecha y al que usa como carnada para atrapar al asesino."

Entre masivos cortes de luz programados y luces de neón por doquier en una suntuosa y erótica Buenos Aires a fines de los '80 transcurre la trama de Muerte en Buenos Aires , el debut cinematográfico de Natalia Meta, que sigue apostando al cine nacional de calidad.

Con el asesinato de un importante personaje de alcurnia de la ciudad se dispara la acción del híbrido entre policial, thriller y comedia negra, a caballo de exponentes tan raros y alejados como una versión porteña de la serie Miami Vice y un gran dejo de Brokeback Mountain - en palabras de la directora, que se imaginó que en tierras nativas la historia ocurriría entre policías en vez de vaqueros. Si bien está lejos de ser perfecta - algunos diálogos y un confuso tercer acto merecían una pulida extra - Muerte en Buenos Aires se beneficia de un elenco comprometido con la labor de entretener y juguetear con sus personajes, al borde de la caricatura en una ciudad que se prestaba a ello. Sin ir más lejos, el secundario de Mónica Antonópulos sabe que es una especie de femme fatale que nunca hubiese existido en una Buenos Aires real de los años '80, y entonces se dedica a pasearse con conjuntos de la época, bailar sensualmente y ser la única protagonista femenina que tiene peso alguno, aunque su persona quede desdibujada más y más con el correr del metraje.

El centro neurálgico lo componen el Inspector Chávez de Demian Bichir - una elección extraña e inesperada a la vez pero muy festejada, que le da el vuelo internacional necesario al film - y Chino Darín no es un completo desastre que ha demostrado ser en pequeños papeles en el pasado, y en su primer protagónico hecho y derecho genera una complicidad y credibilidad impensadas. La química de ambos, borroneando la línea entre la complicidad y la atracción pasional, es muy palpable durante toda la película, incluso cuando ciertas situaciones arremeten de lleno contra toda la relación construída a base de pequeños pasos entre ellos. El resto del elenco es un compilado de cameos interesantes, como el comisario de Hugo Arana, el corrupto juez de Emilio Disi ó la aparición meteórica de Luisa Kuliok que si tiene una o dos líneas en toda la película para justificar su cameo, se puede llamar contenta.

Juzgar al film por ese extraño teaser presentado en cines es demasiado apresurado, y me siento contento de saber que el resultado final de Meta tiene sentido en su totalidad, tanto como historia de corrupción y muerte, como por su apartado técnico y estético. Es difícil saber como lucía la ciudad en los años '80, así que les propongo a los que sí la conocieron así jueguen a ver las diferencias entre la realidad y la ciudad ficcionalizada de la película, a mi parecer una justa y agradable caracterización que funciona también como pulmón de la historia, un lugar donde todo es posible, incluso esa alocada y onírica carrera de caballos por las calles de la ciudad que tanto se promocionan en los avances, prometiendo ser la escena más destacada y recordable de la propuesta.

Junto con la reciente Betibú, Muerte en Buenos Aires es un engranaje más del cine nacional comercial, que sigue aportando interesantes exponentes del género y que demuestra que no todo tiene que ser una secuela de Los Bañeros más locos del Mundo o una Esperando la Carroza 2.

 Calificación: B