Como secuela de la espectacular El Ocho, estaba segurísimo de que me iba a encantar este libro; El Ocho esta inteligentemente escrito, es desafiante, divertido, intrigante y profundo. Es una de esas novelas tan dependientes de uno que no se puede parar hasta terminarla. Uno queda tan impresionado con la manera de escribir de la autora que se asegura de conseguirse toda la literatura a mano de Neville para seguir amando su narrativa.
Lamentablemente, El Fuego es una pequeña decepción. El estilo es tan diferente que parece que lo haya escrito otro autor. Es imposible creer que fue escrito por la misma mujer. Es complicado y enrevesado hasta más no poder, en comparación con la refrescante complejidad que poseía la anterior novela. En cierto punto la prosa de vuelve repetitiva en lugar de significante y con estilo.
Uno no se encuentra emocionado en la trama hasta la página 200 más o menos. Eso es demasiado tiempo para estar tanteando la historia. El primer capítulo deja la clave para el misterio, y en los sucesivos se establece el terreno para el misterio, un misterio que se resuelve mediante pistas algunas algo enrevesadas pero el punto mayor por el que leemos esta secuela.
Por otro lado, tenemos la historia paralela en el pasado, que saca a relucir un poco más las dotes de la autora para coincidir a sus personajes ficticios con verdaderos personajes de la Historia. En el primer libro importaba muchísimo esta historia, y tenía repercusiones en la línea del presente, pero en El Fuego los personajes históricos se sienten forzados y no aportan nada a la trama.
Otra falta grave es la acción. Muchas situaciones en El Ocho eran desesperadas y cargadas de suspenso y podían terminar, simplemente, en situaciones terminales para los personajes. En El Fuego, nunca están en peligro mayor que una situación en la que nadie está a la expectativa, y se la pasan hablando y tramando sus próximos pasos a seguir.
Un punto que realmente destacaba en la original era la revelación de ciertos personajes como adversarios en los momentos menos oportunos; estos momentos llegaban como sorpresa y tomaban al espectador con impacto, cosa que en la secuela no se usa con discreción y cada 50 páginas tenemos los típicos vuelta y vuelta de los personajes, tan reutilizado que da vergüenza.
Mientras tanto, la mayor decepción de todas es llegar al final y que no se dé una explicación válida para todo lo que pasaron los personajes. Algo así sucedió también con El Símbolo Perdido - tal parece que la moda es entregarle al lector una respuesta existencialista y poco carente de significado para cerrar en una nota alta la novela.
Dentro de todo, la vuelta de ciertos personajes claves en la original es para remarcar, ya que uno de había quedado infatuado con ellos, y algún que otro escenario donde transcurre la acción que es de buen ver.
Me duele decir esto porque es obvio que la autora trabajó muy duro investigando y poniendo todo su esfuerzo en el libro, pero no puedo recomendar libremente El Fuego. Si uno ya leyó El Ocho y se quedó, como yo, con ganas de leer más, que se aventure en la secuela, pero con las expectativas deshabilitadas. Sinceramente, realza la magnificidad de la original.
Calificación: Regular
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