Conocida también como 'Terror en Silent Hill 2: La Revelación'
Año: 2012.
Género: Horror.
País: Canadá - Estados Unidos - Francia.
Duración: 94 minutos.
Dirección: Michael J. Bassett.
Intérpretes: Adelaide Clemens, Sean Bean, Kit Harrington, Carrie-Anne Moss, Malcolm McDowell, Deborah Kara Unger, Martin Donovan, Radha Mitchell.
"Heather Mason y su padre llevan casi toda la vida huyendo de unas misteriosas fuerzas que los persiguen. Ahora, justo cuando la joven está a punto de cumplir los dieciocho años, su progenitor ha desaparecido, momento en el que ella descubre que no es quien creía ser. Dicha revelación le lleva a adentrarse en un mundo demoníaco que amenaza con encerrarla para siempre en el misterioso pueblo de Silent Hill."
¿Esperé seis años para esto?
No me da verguenza admitir que adoro Silent Hill, y la considero una de las mejores adaptaciones hechas de un videojuego por haber conseguido capturar la misma esencia de los juegos, pero tras esperar demasiado de una secuela que tardó años en llegar, la decepción no pudo haber sido mayor al conseguir en Silent Hill: Revelation una continuación pobremente gestada, hecha con acuciantes faltas de ideas y que significa una falta de respeto tanto para el fanático como para el mero espectador.
Claramente, Michael J. Bassett tenía un desafío muy grande, por partida doble y hasta triple: complementar el gran trabajo que lograron en el pasado Christophe Gans y su guionista Roger Avary, continuar la historia como ellos la dejaron, adaptar la línea narrativa del juego Silent Hill 3 y lograr incorporar detalles nuevos a la trama para no cumplir con una traslación vacía y obvia. La presión debe haber sido demasiada, porque Bassett fracasó en absolutamente todos los campos, incluso bajo la mirada despreocupada de unos productores que cortaron en un tercio los valores de producción de la película, con lo cual los recursos escasearon y la improvisación se apoderó del proyecto.
Durante una angustiosa y aborrecible duración de noventa minutos, el director inglés se gana rápidamente el odio de prácticamente todos al adaptar esta historia, una que continúa las ramificaciones del primer juego -y por ende primera película- de una manera simplista y casi criminal, en donde los constantes guiños a los gamers terminan por ofender a raíz de su mala utilización. Los intentos por ingresar nuevos detalles a la mitología se ven obsoletos y cualquier arrojo de inteligencia se opaca con unos valores de producción paupérrimos, que hace que todos los escenarios luzcan como el mismo, pero reutilizado una y otra vez. Al seguir de cerca una secuela tan esperada, ver cómo los diferentes actores que encarnaron a las contrapartidas del juego volvían a por más o al encontrar las fotos del set, todo indicaba que por fin el sueño de continuar la historia se vería plasmado en pantalla. Pero el sueño debe terminar, como dijo el villano en la primera parte, y así fue.
La trama retoma unos años después del fin de la original, con un Christopher Da Silva y su hija ya adolescente en plena fuga del culto que pretende tener a la chica de vuelta en sus garras para sus religiosos planes de purificación mundial. Para atraer a la joven Heather nuevamente a Silent Hill, su padre -un Sean Bean de acento fuerte demasiado desarticulado para funcionar apropiadamente- es secuestrado y ella, con la ayuda inesperada del joven Vincent -horrible Kit Harington, al que le faltan varias clases de actuación encima-, debe regresar al pueblo tan temido para rescatar a su papá y liberarse finalmente de las terroríficas pesadillas que la acechan y no la dejan vivir una vida normal.
Nada más se puede decir de Silent Hill: Revelation excepto que es un clavo en el ataúd de una saga que podía llegar a convertirse en algo más potente que la de Resident Evil pero que luego de una decisión torpe tras otra culmina en un producto olvidable y tonto como el que nos precede. La humillación del fanático dentro mío es demasiado dolorosa por haber esperado tanto tiempo para esto.
Calificación: C-
2 comentarios:
Le hubieses puesto una D, llega a dar asco. Ni los efectos zafan esta vez.
Le hubieses puesto una D, llega a dar asco. Ni los efectos zafan esta vez.
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